LA LEYENDA DEL QUIRQUINCHO
LEYENDA
QUECHUA
Provincia
de Jujuy
Pucá era
una hábil tejedor que vivía en la Puna Jujeña. Fabricaba
hermosas "cumbias" para los
nobles, "abascas" sencillas para la gente de pueblo, y
abrigos "yacollas" que se destacaban por el colorido y por
la perfección del tejido. Su fama llegó hasta los incas más poderosos, y su
pequeña choza se vio repleta de lanas y cueros con los cuales trabajaba
rápidamente para cumplir con los pedidos. Los incas, satisfechos con su
trabajo, le pagaban en oro, plata y piedras preciosas. “Pronto seré rico
reflexionaba Pucá mientras se inclinaba, laborioso en su telar _ Y podré
divertirme como los demás : pasearé, cazaré cuanto quiera y compraré todo
lo que me guste"
En efecto,
cansado de tanto trabajo y sacrificio, Pucá fue dejando sus telas y alejándose
de su tarea. Se dedicó a la caza y comenzó a divertirse, embriagarse en
compañía de otros indios, gastando su oro en cosas inútiles y vistosas.
Rápidamente lo abandonó su suerte y los príncipes dejaron de
encargarle trabajos que ya no cumpliría. Un día sintió frío y se dio cuenta de
que el invierno llegaba : "Tendré que tejerme una yacolla",
pensó, y con manos temblorosas dispuso las tintas para teñir la lana. Pero
hasta tal punto había perdido su habilidad, que el teñido salió pálido y lleno
de manchas y después de varias horas de trabajo sólo logró un tejido flojo,
grosero y lleno de ásperos nudos y pelotones de lana mal escardada.
"No importa, lo usaré así. Mañana trataré de tejer otro", se
dijo, y se envolvió completamente con el poncho.
Cuando
despertó, el "yacolla" se había adherido a su cuerpo formando una
dura corza, y en lugar de piernas y brazos emergían de ella cuatro patas cortas
terminadas en afiladas uñas. Así, convertido en quirquincho, se lo ve aún entre
los cardones de la Puna donde había vivido o en la campiña argentina, huyendo
de los peligros y escondiéndose dentro de su caparazón.
GABRIELA ALMADA 5B
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